miércoles, febrero 21, 2007

Te cuento un cuento.


  Yo ya tenía pelos por todos lados y no la había puesto ni en remojo. No era que no había tenido oportunidades: se sabe que están en cualquier esquina. Pero en resumen no hacía ni frío ni calor, un día de locos después de haber corrido una barbaridad en una pretemporada, hay que ir a la Costanera porque hoy llueve o truene se moja el chingo.
Y se mojó nomás.
El tema era que una chicas, aunque “chicas” fuera un artilugio para no decir lo que con cierta crueldad podría nominarse señoras, nos esperaban en yunta en la Costanera. Ellas venían de Humboldt. Nos esperaban, quiere decir, a Julián y a mí. Ellas venían en el auto de la chica de Julián, y yo en el de Julián, lo que quiere decir que yo y mi Chica, jugaríamos a los ñiños-side-car. Pero el destino es sádico, o el género es débil: me quedé sentado de frente al volante de un Ford Fiesta, que no era ni mío ni de Julián. Al lado, la señora que me había levantado en Pasagge el fin de semana pasado.
Hay que decir que cuando estoy flaco, mi narciso se eleva hasta un punto en que, entre nosotros, he denominado: modelo Yves Saint Laurent. Llevo rápidamente la conversación al terreno de lo absurdo, confiado en que la risa de desconcierto trabaje limando el mecanismo de defensa histérica y se produzca lo que a estas alturas teóricas debería llamarse un des-corpiñamiento de la barrera moral. En un rato, luego de haber tratado de ponerme del lado de lo que Domingo Faustino llamó civilización, comienzo el bombardeo grosero: táctica amorosa que, a razón de demoler las barricadas enemigas, entiende que hace falta cierto cálculo en los riesgos que implica esa demolición; acto seguido, se ejecuta la demolición sabiendo que es necesario resignar fuerzas a cambio de una victoria segura. Ciertas argucias leguleyas que en el acto de seducción se utilizan, ponen en duda el carácter fino de la ley. Luego de esos cálculos, se recoge lo que es el fruto de la inversión: llega el forcejeo luego de un paulatino levantamiento del ego femenino, y uno sabe que ese enredo no cesará hasta que las últimas telas sean despojadas de los cuerpos. Le propuse correr el auto hacia un lugar con menos luz que debajo de un farol enorme. No entendía como había que poner la marcha atrás. Me han dicho que el golpe es duro, que una mujer no mira igual a un hombre que, habiendo hecho arrancar el auto, no pudo moverlo hacia atrás porque le parecía una teoría de física cuántica; pero yo sentía la verga tan hinchada que me importaba poco y nada el auto, la marcha atrás, el farol y menos aun, con la pija en la boca de ella, una gambeta de la conciencia llamando a estar del lado de los que Domingo Faustino llamaba civilización. Cero rescate. Va y viene la señora preocupada en tener a su teen-agger a gusto y piacere. Iba a decir algo del sida y los hijos, pero ahora creo que es mejor olvidarlo. Usé forro como dios manda, porque había llevado, inocentemente uno, y porque llevé sólo uno, tuve que hacer de puta histérica respondiendo que no, que en otra oportunidad, que traje uno solo. Me acuerdo que cuando se me montó, sentí cierto calor y cierto sonido como a salida de corcho de champaña, cierta alegría y cierta gana de dejarle más arriba los órganos, de tanta hazaña sexual. Lógico que a uno se lo engulla la figura del macho cabrío. Me dio no sé qué que se tome mi semen; también me daba no sé qué mancharle el auto a la pobre chica, que seguramente estaría preocupada, ya sabiendo que la señora ésta que se bebía las últimas gotas que me chorriaban del choto, tenía más agachadas que chino con visitas. Recuerdo una frase terrible que me profirió ni bien llegaron Julián y la otra chica:
-- Vos te vas a hacer el boludo ahora, y no me vas a llamar más... mi mamá me decía siempre:
Pájaro que comió, voló.


Y no se equivocaba la señora madre de esta otra señora.



6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pájaro que cogió, voló.

También dejarles el lugar de la falta para que busquen ellas y avanzar de golpe, resultado: encontronazo que te dicen "no puedo creer que nos terminamos acostando"
yo sí, chica, yo sí...

Niño Naranjo dijo...

Ud. siempre piensa distinto que yo argonauta, por eso me gusta ser su amigo.

Anónimo dijo...

menos en nuestra técnica compartida de propuesta amorosa, del tipo, "pero qué linda noche para echarte treinta polvos, ehehe?"

Anónimo dijo...

Por qué no contás que me diste sin forro y ahura el papá ( el General ) tiene un nieto ilegitimo??? Ehhhh?????

Anónimo dijo...

y quién de los dos confiesa, che?

Niño Naranjo dijo...

Sale una Stella con ADN y papas para la tressssss.